Capítulo 7: Descendencia


            Capítulo 7: Descendencia


El día 18 de noviembre de 1971 nacía Francisco Javier a las 10:55 horas de la mañana.

Pesó 4,500 Kg. Pilar, la pobre, pasó unos dolores muy fuertes por las contracciones del parto, hasta que vio a un médico y le pidió por favor que le diese algo para el dolor.

Este médico le puso una inyección, la cual le alivió de inmediato los dolores y al poco rato ya estaba el pequeño en sus brazos.

Intentó darle el pecho desde el primer momento, pero al pequeño le costó un poco mamar, por lo que Pilar sufrió grietas en sus pechos de amamantarle. Pero a la semana el bebé ya comía de la teta perfectamente.

Era un niño bueno, comía y dormía. Ya en casa era el juguete de toda la familia de Pilar.

Su abuelo Saturnino estaba encantado con el nuevo papel que la vida le había regalado, era abuelo.

Saturnino, que hasta ahora no había llevado buena vida, dejó inmediatamente de beber y fumar, su nieto era lo más importante para él. Carmen, la prima de Pilar, estaba soltera y toda su atención se centró en esta criatura.

La familia de Francisco también estaba muy contenta, a pesar de que por parte de Francisco ya había más niños, pero Francisco era el chico de la casa y su hijo era algo especial.

Los padrinos del niño fueron la tata como cariñosamente llamaban a Carmen, y tío Nino, el hermano de Pilar.

El bautizo tuvo lugar en la iglesia de las Reparadoras, situada en la calle El Rubio, la ceremonia la celebró el sacerdote Don Fidel.
Después se dirigió toda la familia a un restaurante que había en la calle Isabel II: “ Casa Valentín”.

Pasaron los años y el pequeño fue creciendo entre niños y mucho amor.
El abuelo Crisantes también estaba muy contento de haber tenido un nieto,
pero lo veía poco, no todo lo que él desease ya que al vivir en casa de los padres de Pilar, no tenían la misma libertad de poder ver a la criatura.


De vez en cuando Francisco llevaba al niño a Cueto para que lo viese su familia.

Un día se encontraron por la calle con el abuelo paterno y el niño se puso a llorar al verle porque le parecía una persona extraña.
El padre de Francisco le recriminó que era culpa de él porque le llevaba muy poco a verles.

El niño tuvo muy buena infancia, le llevaban todas las tardes a los jardines del Paseo Pereda y le montaban en los caballitos. Era muy mal comedor y para conseguir que comiese, tenían que ponerse hasta cuatro personas a hacerle monerías.

Cuando el niño tenía dos años, Pilar se volvió a quedar embarazada, pero otra vez la mala suerte rondó sobre Pilar.
Un día Pilar empezó a encontrarse bastante mal y la tuvieron que llevar urgentemente al hospital.

Tenía unos dolores muy fuertes y hemorragias, algo iba mal, muy mal.
Francisco no estaba con ella en casa, estaba en los campos de sport del Sardinero, viendo jugar al Racing de Santander, ya que era socio del club.

Cuando se marchó al partido, Pilar estaba aparentemente bien, pero en cuestión de poco tiempo empezó a encontrarse mal.

Tuvieron que llamar a los padres de Francisco para avisarles y el padre de Francisco fue el encargado de ir en busca de Francisco para darle la mala noticia de que su mujer estaba muy mala, corría peligro su vida.

Pilar tenía un embarazo extrauterino y la tenían que operar urgentemente.

Pilar fue operada con éxito por el Dr.Blanco, al que el padre de Francisco conocía y le pidió por favor que salvase la vida de su nuera.

Todo quedó en un gran susto y, gracias a la rapidez con la que todos actuaron, todo salió bien. Pilar estuvo unos días ingresada y después regresó a casa con su pequeño.

Aconsejaron a Pilar que estuviese un tiempo sin quedarse embarazada por el bien de su salud, ya que esta operación había sido muy delicada.




Transcurrido un año, Pilar se quedó otra vez embarazada.
Este embarazo también hizo estragos en Pilar: volvieron las náuseas, el cansancio y otra vez los antojos. En esta ocasión su antojo fueron los panecillos tostados. Era muy distinto estar embarazada teniendo ya otro pequeño y teniendo que atender la casa.

¡Una niña!¡Era una niña! Pilar no cabía en sí de gozo, tendrían la parejita.

Esta felicidad duraría poco: cuando Pilar estaba de casi siete meses de embarazo, el padre de Francisco enfermó.
Tenía muy mala circulación sanguínea, ya que había sido un gran fumador ( fumaba demasiado).

Un día empezó a encontrarse mal y su mujer Cristeta tuvo que llevarle rápidamente al hospital, apenas tuvo tiempo de avisar a sus hijos.
Estando allí, logró comunicarse con Francisco avisándole de que su padre había sufrido un infarto y estaba muy grave. Este se dirigió rápidamente hacia el hospital, donde el médico le informó de que su padre tenía una hemorragia que no lograban controlar.

Al día siguiente el padre de Francisco falleció; este hecho marcaría de por vida a Francisco, su padre había muerto muy joven, con solo 52 años.



El día 23 de abril de 1974 nacía su hija María Ángela, pesó casi tres kilos y medio. La niña no paraba de llorar, tenía hambre, pero Pilar no conseguía que comiese del pecho. Pilar estaba muerta de cansancio, solo pensaba en poder dormir y la niña no paraba de llorar; era una situación desesperante.

Ya no podía más y le pidió ayuda a una enfermera, la cual la tranquilizó y lE dejó un sacaleches con el que Pilar consiguió sacarse una pequeña cantidad de leche y se lo dio a la niña con una cucharita que la dejaron.
La niña lo tomó y se quedó dormida toda la noche de un tirón. Así, la pobre Pilar pudo aprovechar para descansar también.

A los cuatro días Pilar fue dada de alta y regresó a su casa con sus hijos y su marido. La niña era muy buena, comía y dormía.
Su hermano solía subirse a la cunita de ella para verla dormir. Siempre había sido el único y de repente había otra personita en casa.

La tata estaba encantada con la llegada de la niña y también a ella le hacía muchísima ropa y le compraba muchos vestidos.

Mª Ángela también fue bautizada en la iglesia de las Reparadoras, como su hermano, y sus padrinos fueron los padres de Pilar, Saturnino y Ángela.
Pero el día del bautizo, Ángela, la abuela de la niña, no se encontraba bien, por lo que al final tuvo que sustituirla en el papel de madrina su hermana y tia de Pilar, Aurora, que era la madre de Carmen.

Fueron pasando los años y los niños iban creciendo juntos y felices. Salían a pasear todas las tardes a los jardines del Paseo Pereda.
Cuando Francisco cumplió los cuatro años fue matriculado en el colegio Numancia.

Su abuelo Saturnino era el que le llevaba todos los días al colegio y le iba a recoger a la salida,ya que Francisco, su padre, trabajaba y Pilar se quedaba al cuidado de la hermanita pequeña.
Poco a poco el barrio se fue llenando de niños, eran una buena pandilla, daba gusto verles jugar a todos juntos, eran como una gran familia.

Cuando salían del colegio se juntaban todas las tardes a jugar al balón, aprendían a montar en bici, perseguían a los gatos que había por el patio, cosas típicas de niños.

Cuando Marian, que así llamaban a la niña, cumplió cuatro años, también fue matriculada en el mismo colegio que su hermano, el colegio Numancia.
Pero ella en la parte de las niñas, ya que el colegio estaba dividido por sexos.
En una parte del colegio estaban todos los niños y en la otra la de las niñas.

Cuando Paquito tenía 7 años y Marian 4, Pilar se quedó otra vez embarazada. No fue un embarazo buscado como los otros, pero llegó y bien recibido fue. Era otra niña a la que llamarían Cristina.

Esta vez a Pilar durante el embarazo se le antojaron aguacates, por lo que el parto fue rápido. La niña pesó 4 kilos al nacer y salió envuelta en grasa, lo que facilitó el parto. Pilar casi ni se enteró del parto, el más rápido de los tres.

La niña se portaba muy bien, comer y dormir, toda una bendición.

Los padrinos de Cristina fueron Mª Luz , la hermana de Francisco, y su marido Amadeo. Pero con esta pequeña la tranquilidad duraría poco.

Un día de verano fueron al Palacio de la Magdalena, como solían hacer todos los fines de semana que hacía buen tiempo. Pilar preparaba la comida para todos y allí pasaban todo el día.

Bajaban un rato a la playa de los Bikinis con los niños, donde jugueteaban con la arena y el agua. Luego subían a la parte del prado para comer y tumbarse un rato.
Cuando ya marchaban para casa, el abuelo Saturnino llevaba en brazos a la pequeña Cristina y empezó a notar algo raro en ella. La niña no estaba bien, no reaccionaba y tuvieron que llevarla rapidamente a la Residencia Cantabria.
Solo tenía tres meses, allí les dijeron que lo que la había pasado eran convulsiones febriles.
Todos se disgustaron muchísimo ante esta situación, pensaban que la niña se iba a morir.
Desde ese día no volvió a ser lo mismo, no estaban tranquilos , tenían miedo de que volviera a ocurrir otra vez.

Comentarios

  1. El mejor capítulo con diferencia, más largo, mejor redactado... aunque deberías usar más sinónimos y no usar ciertos coloquialismos. Espero que el siguiente sea igual de bueno que este

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